El autor defiende que el periodismo es una práctica social comunicativa, pero no la primera. Por ello, el elemento vertebrador de esta historia del periodismo son las representaciones de cada época histórica en las que se percibe, se descifra y se construye comunicativamente el acontecer. Esta característica justifica que el texto se inicie prácticamente desde el momento en el que la especie humana es capaz de convertirse en un actor de la comunicación. Solo de esta manera el lector puede apreciar la evolución de las habilidades comunicativas que han acompañado a la especie humana desde sus orígenes más primarios hasta la actualidad.
El abanico temporal es muy amplio y, por lo mismo, es necesario hacer el recorrido para no dar por sabidas las habilidades expresivas, las capacidades tecnológicas y las destrezas interpretativas de los sujetos de distintas épocas. El autor sostiene que las competencias comunicativas, que se utilizan en determinadas situaciones, se delimitan espacio-temporalmente y no son gratuitas ni injustificadas.